El vagabundo
Las calles se llenan de frío, y mis manos buscan cobijo en los bolsillos de mi chaqueta. Respiro… Camino bajo este cielo nublado y observo a la gente, la mayoría lleva el rostro serio y la cabeza baja. Entonces, como cada día, paso junto a ti, te entrego unas monedas y me das las gracias sonriente, como tú siempre estás. Aún llevando tan sólo una manta arropando tu cuerpo. Y nosotros nos quejamos muchas veces, sabiendo que tenemos lo que tú no tienes. Calor, hogar, familia… ¡Que dura es en ocasiones la vida! Unos con tanto, y otros sin nada. Con las manos vacías pero el corazón lleno de esperanza, mientras haya gente solidaria y almas buenas.